En las primeras sesiones de terapia nos encontramos que muchas personas vienen a nuestra consulta de psicólogos en Sant Cugat con el objetivo de mejorar su autoestima y sus inseguridades. A la hora de explorar con nuestros clientes esta falta de autoestima y estas inseguridades nos damos cuenta de que están siempre relacionados con la mirada de los otros. Como me perciben, como me adapto y sobre-adapto, como dejo de hacer lo que quiero o de ser yo mismo y como me avergüenza la mirada de los otros.
Falta de autoestima
La falta de autoestima es muchas veces relacionada con la vergüenza y con percibir a los otros como seres superiores, que me van a humillar o a dañar. La vergüenza es la sensación de no ser digno de estar en relación con el otro o de merecer amor y se vive acompañada de una gran paradoja; necesito estar lejos porque si no me da miedo y a la vez anhelo la relación y la intimidad con los otros.
La vergüenza es un proceso de autoprotección utilizado para dejar de sentir las emociones y sentimientos que aparecen cuando nos sentimos criticados o infravalorados por las personas más significativas para nosotros. Las criticas repetidas o exigencias merman el concepto de nosotros mismos, merman nuestra autoimagen y nuestra autoestima.
La autocritica degradante
Muchos clientes identifican la vergüenza en su baja autoestima y se dan cuenta que sus inseguridades vienen acompañadas por una autocritica degradante. Una critica que muy en el fondo parece que resuena una frase de tipo: “algo esta mal en mi”.
¿Como llegamos a estas conclusiones sobre nosotros mismos? Puede ser por varias razones: por mensajes psicológicos que nos transmitan esto: ¿a ti que te pasa?, donde el mensaje implícito es “no estarías haciendo lo que haces si fueras normal”.
También por recibir demandas imposibles con frecuencia. Cuando los niños se enfrentan a tareas imposibles a menudo concluyen “algo está mal en mi”. Es imposible que un niño impida a un padre que se emborrache o el imposible que un niño cure la depresión de la madre por mucho que lo desee. Para poder mantener la imagen intacta de la persona que tiene que ofrecer apoyo y cuidado mermamos nuestra imagen fantaseando que es por nosotros por lo que las figuras significativas para nosotros no están bien.
Hay autores que hablan de la “vergüenza blanca” como una vergüenza que encuentra expresión en la palidez y también hablamos de “la vergüenza roja” que esta relacionada con una fuerza impetuosa de desaparecer de la vista de las otras personas. La vergüenza es una experiencia dolorosa de experimentar, porque esta acompañada por la vergüenza de estar avergonzado/a y a veces este afecto se transformo en otra emoción como la rabia, el desprecio, la depresión o la negación.
Entendiendo que la vergüenza tiene la función de protegernos también entendemos que esta vergüenza potencia el dolor de cualquier critica actual. Nos es imposible poder aceptar nuestras limitaciones porque no las han aceptado y no mostramos nuestra vulnerabilidad.
Las autocriticas hacen que el cuerpo se convierta en la justificación de la vergüenza: el más mínimo defecto o por lo menos cualquier característica considerada como tal puede convertirse en el apoyo de este afecto. Verse demasiado gordo o delgado, ser rubio o pelirrojo o muchísimos otros ejemplos, hasta un grano en el rostro de una adolescente puede hacer que se encierre en su habitación hasta que este desaparece.
La vergüenza esta relacionada con la soledad porque la persona piensa que es “su problema” “su asunto” suyo y solo suyo. El trabajo en terapia será poder atravesar el camino junto con el psicólogo, donde podamos exponer nuestras fragilidades, nuestras vulnerabilidades, nuestros deseos y nuestros apetitos tal como son y aceptándonos a nosotros mismo plenamente.
El concepto de autoestima es un termino muy amplio donde una parte de este constructo esta relacionado con la vergüenza y con la mirada del otro. El objetivo de la terapia es poder llegar a estar bien en nuestros propios zapatos siendo quien somos, libres, sin necesidad de exigirnos a ser una versión 2.0 de nosotros mismos para valorarnos.
Acabamos con una frase de Herman (1943): “El fuego que arde en los ojos del otro me enrojece las mejillas de vergüenza.»
Bibliografia:
- Erskine – Patrones relacionales
- Gianni Francesetti y co. – Terapia Gestalt en la practica clínica.